Esta mañana, de la mano de José
Mª Arraiz, Marianista, nos hemos introducido en la misión compartida. Una búsqueda para
pasar de una estructura piramidal, a una circular; de la colaboración, a la corresponsabilidad;
de tomar las migajas, a sentarse en el banquete del carisma vivenciano.
Beber juntos del mismo pozo para
regar el mismo campo (el de la misión) y con el mismo agua (el del carisma),
que es propiedad de todos, aunque tome formas diferentes en cada uno según su
vocación cristiana.
Una buena noticia que trae
consigo una renovación que no suma esfuerzos, ¡los multiplica! Y que tiene como
base la común vocación humana a
configurarnos con Cristo, desde una eclesiología de comunión y un fuerte papel
del laicado en la Iglesia y en el mundo.
En el origen de la Iglesia fueron
los laicos los protagonistas de la misma. Hoy en día necesitamos redescubrir
que lo específico de cada vocación cristiana no nos “opone” al otro, sino que
nos constituye en complementarios.
Es el Padre el que nos llama a la
misión compartida. Hay que ampliar la tienda y habitarla juntos para
convertirnos en familia evangélica, fomentando una cultura común, un lenguaje
común, dando paso hacia delante sin dejar por ello de tener un pie bien apoyado
en el legado de nuestros fundadores.
Escuchar ideas tan magníficas de Misión Compartida me hace pensar y creer que los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, sin perder la Alegría, la Audacia y la entrega esperanzada. NO NOS DE JEMOS ROBAR LA FUERZA MISIONera. NOs necesitamos , nos queremos y nos apoyamos.
ResponderEliminarPag 87 Evangelii gaudium